20 de noviembre 2014
En 5 de mayo, ya casi para
entrar al Zócalo, un señor junto a un poste detenía a su hija de unos 15 años
que de puntillas trataba de ver a toda la gente.
“¡¡1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9,
10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29,
30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43…..JUSTICIA!! Gritaba
ella con todas sus fuerzas, casi hasta quedar afónica.
Su papá, deteniéndola, sonreía.
Y para mi eso resumió toda la marcha. Sonreía lleno de orgullo de que su hija
sí quería cambiar las cosas, de que su hija no tenía miedo a gritar y no iba a
parar. Sonreía porque algo se estaba sembrando ahí.
El horrible, corrupto,
sucio e injusto México que él le estaba dejando, por ella, por todos nosotros, encontraría
una solución. Así, desestabilizando lo que se tenga que desestabilizar.