21.11.14

20 de noviembre 2014

En 5 de mayo, ya casi para entrar al Zócalo, un señor junto a un poste detenía a su hija de unos 15 años que de puntillas trataba de ver a toda la gente. 
“¡¡1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43…..JUSTICIA!! Gritaba ella con todas sus fuerzas, casi hasta quedar afónica.


Su papá, deteniéndola, sonreía. Y para mi eso resumió toda la marcha. Sonreía lleno de orgullo de que su hija sí quería cambiar las cosas, de que su hija no tenía miedo a gritar y no iba a parar. Sonreía porque algo se estaba sembrando ahí. 
El horrible, corrupto, sucio e injusto México que él le estaba dejando, por ella, por todos nosotros, encontraría una solución. Así, desestabilizando lo que se tenga que desestabilizar.